Miraflores, 30 de noviembre de 1939
Señor Don
Manuel Prado
Lima
Mi querido Presidente y amigo:
Un saludo muy cordial, muy atento y con los optimistas augurios de siempre. Como usted sabe, hace algo más de 30 años que me ocupo del periodismo y que en Lima, lo mismo que en Buenos Aires y en otras ciudades americanas, he tenido cierta fortuna en mi oficio. Supongo, pues, que sé algo en materia y que poseo cierto derecho para opinar. Como, pese a las reservas mentales que acerca del periodismo se pueda tener, es evidente que todo Gobierno necesita periódico, me parece que estoy obligado a darle a usted mi opinión sobre tal materia. Como no conozco el pensamiento de usted en lo que se refiere al porvenir, quiero ofrecerle mi opinión en cuanto a lo que usted encuentra. Concretamente, “El Universal”. Le ruego que lea usted lo que sigue:
“Magdalena del Mar, 9 de marzo de 1937. Señor Don José Bustamante y Ballivián. Lima.
Mi querido amigo: Voy a darte mi opinión concretísima acerca del negocio de “El Universal”. Nuestras entradas conocidas ascienden a un máximum de quince mil soles oro al mes, incluyendo los avisos judiciales. En cuanto a la venta, porque me consta su inexistencia. Prescindo de los avisos, porque no poseo, respecto a ellos, cifras claras y no me infunden mucha confianza. Tenemos, al ingresar, un pago muerto mensual inevitable de siete mil seiscientos soles oro. Si llevamos al máximum el abaratamiento de las planillas, tendremos un presupuesto —para el sostenimiento del diario— de veintiún mil soles oro al mes. En otros términos: nuestro gasto mensual será, en números redondos, de veintiocho mil soles oro. Iniciamos, pues, nuestro trabajo con un déficit de trece mil soles oro, con un periódico muerto; con el lastre que significa para el público, el tinte oficialista y con las dificultades que, para economizar, se presentan cuando la gente cree que el Gobierno lo paga todo. Mi opinión, como periodista; mi opinión, estrictamente y objetivamente profesional es que, con el punto de partida de diez mil soles oro mensuales es posible hacer un periódico nuevo, de excelentes posibilidades. El porvenir de “El Universal” tiene que depender de su pasado. Es la ley de la vida. Por otra parte, habría que despedir a todo el personal que hoy trabaja en ese periódico, porque ese personal es culpable del inmenso fracaso acontecido y, de tal modo, han revelado su peligrosa ineficacia. Esa despedida representa, en indemnizaciones, una suma fuerte. Si razones o mandatos superiores deciden que debemos tomar “El Universal”, no tengo nada que decir. Iré a “El Universal” y, contigo y del Águila, trabajaré cuanto me sea posible para que sigamos adelante. Ojalá que el déficit no nos venza y que tengamos la vida financiera suficiente para conseguir el mejoramiento de la venta el de la publicidad. Cumplo con el deber de presentar mis objeciones. Y quedo disciplinadamente listo para actuar. Te saluda muy cordial y afectuosamente tu viejo camarada y amigo, Federico More. Girón Espinar, 270. Teléfono 18105. Casilla 1258, en Lima.”
Como verá usted no fui mal profeta. Hoy, “Universal” debe algo parecido a cien mil soles oro y nadie sabe quién va a pagarlos. En todo caso, el descrédito cae sobre el Gobierno. Bustamante se cegó a tal punto que tuve que distanciarme de él y de su periódico. Los terribles cargos que hay contra Bustamante llegarán a ustedes, porque deben llegar; pero no sé yo quien los formule. Me limito a darle a usted mi opinión acerca de una cuestión periodística. Creo que procede la clausura de “Universal”. En cuanto a las indemnizaciones, que las pague la empresa misma, ya que no tiene —como está demostrado— muchos reparos en endeudarse. Pero la clausura procede. El Gobierno de usted no puede iniciarse defendido por un cadáver. Salvo el Cid, ningún muerto ha ganado batallas. Los que, en “Universal” defendieron —ojalá nunca lo hicieran— La Presidencia de Benavides y también —ojalá nunca lo hicieran— la candidatura de Prado, están abundante y suficientemente recompensados. No incurriría usted, pues, en ingratitud al cenar ese periódico. Como cuenta usted con la benevolencia del decano, con la mercantil prudencia de Baquíjano y con la funesta adhesión de Pando, parece que su Gobierno no necesitará un periódico. Pero soy de los que creen que, antes de seis meses, el periódico será necesario. Y más vale curarse en salud. Opino que su Presidencia debe nacer con su periódico. Me permito anticiparle, muy respetuosamente, mi querido jefe, que nada quiero para mí y que no me encuentro con mucha fuerza para dirigir un diario. Me contento con que me conserve usted en la posición en que he vivido bajo el Gobierno del General. Le juro que, después de ver las cámaras, ni siquiera aspiro a ser senador o diputado. Además, entre los amigos de usted, son muchos los enemigos míos y cualquier posición brillante que usted me diese le traería innumerables disgustos. Y yo no quiero darle ni uno solo a un viejo, ilustre y querido amigo, hoy Primer Magistrado de mi País. Prescinda usted, pues, de mí y tome mis consejos si le parece, como si se los diera un experto desconocido. Le ruego que me crea usted cuando le digo que [sé] algo de periodismo. Naturalmente, usted sabe que estoy a sus órdenes y que haré lo que usted diga. Ayúdeme usted, en la misma medida en que lo ha hecho el General, a darle vida a CASCABEL, porque, al fin y al cabo, creo que en él hallaré la fuente de recursos honesta que todos necesitamos.
El ocho de diciembre debe aparecer el periódico diario que defienda la política del Presidente Prado. Si sale más tarde, se dirá que el Gobierno fue obligado a defenderse. Y el periódico debe ser un vocero honorable y no un dogo ni una máscara antigás. Perdone usted que me tome la libertad de darle estas opiniones: pero creo que estoy obligado a ello, porque así sirvo a mi amigo don Manuel Prado y al Presidente del Perú con cuya política estoy solidarizado hasta ahora. Si, a partir del ocho de diciembre, mi posición va a ser la que, hasta ahora, ha sido, le agradeceré que me lo diga. Será un verdadero favor. Mil gracias. Le diré, por vía informativa, que el Presidente Benavides ayuda a CASCABEL con novecientos soles oro semanales, pagaderos entre el viernes y el sábado de cada semana, y que la sección investigaciones pone a mis órdenes a cuatro personas, designadas por mí. Ramírez Núñez tiene los nombres. Decirme si todo va a continuar lo mismo o no, será hacerme un servicio. Estoy seguro de que usted me lo hará. Que sea lo más pronto, para saber cómo me organizo o cómo me desorganizo. Y otra vez mi agradecimiento.
Crea usted en la profunda consideración hacia usted, de este su invariable servidor y amigo.
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