Miraflores, 5 de setiembre de 1941
Mi muy estimado y distinguido amigo, señor doctor Bianchini:
Le escribo para reiterarle mis deseos de que su viaje sea feliz y que, en él, logre usted todos sus objetivos. Me proponía buscarlo uno de los días de la semana que viene para decirle que voy a sacar un diario, quizá de la mañana, casi seguramente de mediodía. Me hace empresa la Empresa “Editora Peruana S.A.” y asumirá la Gerencia y la administración el señor don Ramón Venegas. Transferiré al diario mis posibilidades económicas de hoy. Queremos hacer una organización periodística en grande y que, por su tamaño, esté en condiciones de ser respetada. Así debe ser en un país donde sólo el tamaño es respetable. Pero un diario es un diario. Son trescientas sesenta páginas al mes, en lugar de cuarenta y ocho. Lo que quiero decirle es que estudie la forma de ampliar la ayuda que hoy me presta. Ampliarla en cualquier medida. Los verdaderos dueños de la Empresa Editora Peruana son Ignacio y Gerardo y, por supuesto, simpatizan con el asunto, aunque sólo sea porque le dará a la imprenta mucho impulso. Como usted ve, se trata de algo que vale la pena. Otra cosa: le ruego que, en New York, me conecte con una agencia de servicios periodísticos en general y que haga el envío por vía aérea. Nada de cables ni de teléfonos. Es preferible que todo venga en español, pero, si en la calidad se gana, no importa que venga en inglés. Seguramente, el inglés de los yanquis es tan malo como el español de sus traductores. Quizá es preferible traducir aquí. Lo que quiero es que la agencia tenga la mayor cantidad posible de servidos. Que venda flanes o cartones para estereotipias. O bien originales fotográficos para fotograbarlos. Para mí esto es muy importante y estoy seguro de que usted me ayudará a resolverlo en forma excepcionalmente buena. Perdone la molestia que pueda ocasionarle mi pedido y acepte mi agradecimiento anticipado. Le reitero mis votos por su salud y por la felicidad de su vieja y quedo esperando sus órdenes siempre como su amigo y servidor.
Al Señor Doctor Don Gino Bianchini
Lima
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